Unos días después del periodo de la adaptación muchos padres suelen encontrarse ante una situación similar. Aunque sus profesores refieren que está contento en clase y se muestra contento cuando le van a recoger, en casa aparecen todo tipo de situaciones inesperadas. En algunos casos el niño simplemente está algo malhumorado, pero en otros casos, el niño vuelve a hacerse pis en la cama, vuelve a morder o simplemente se despierta más por la noche. En estos casos estamos hablando de una pequeña regresión. Pero tranquilos, porque no se trata de una regresión demoníaca…
¿Qué son las regresiones? Una regresión es un mecanismo neurológico por el que el cerebro, ante una situación de inseguridad, adopta patrones neurológicos, patrones de comportamiento que en un pasado le funcionaron bien. Por ejemplo, un niño puede regresar a un comportamiento de demanda de la madre y levantarse llorando y pidiendo ver a su mamá porque, la está necesitando más que antes. Otros niños regresan a patrones de incontinencia y se hacen pis encima. Un bebé que dejó el pecho antes del verano puede volver a demandar teta o el niño que ya estaba durmiendo la noche del tirón, puede volver a despertarse llorando desconsoladamente o pidiendo compañía de papá y mamá. Esto ocurre con más frecuencia en niños entre 2 y 4 años de edad, aunque se puede extender hasta los 6 u 8 años (de una manera más sutil). Ocurre con mucha frecuencia cuando un niño tiene un hermanito, pero también en otras situaciones como cuando hay una mudanza, muere un familiar o después de la adaptación.
En este caso concreto, el cerebro del niño se siente más inseguro porque está en el cole, un entorno nuevo o por lo más inhóspito que el hogar familiar, y porque pasa menos horas con sus padres de lo ha hecho en verano. Esta inseguridad dispara mecanismos algo anticuados pero que le recuerdan (neurológicamente hablando) a tiempos mejores, momentos de su vida en los que se sentía algo más seguro y como tal encuentra en esos comportamientos cierto refugio y seguridad. Los adultos no solemos retomar comportamientos tan antiguos pero también experimentamos pequeñas regresiones en ciertos momentos. ¿O acaso no has deseado cuando has estado enfermo con un resfriado o gripe tomarte una sopa calentita de las que hace tu madre?
A todos los padres desesperados y frustrados os ofrezco estos 6 consejos.
1.Es importante que recordéis que es un mecanismo totalmente natural y que se pasa en unos días.
2.En ningún caso penséis que el niño está buscando marearos, llamar vuestra atención o manipularos.
3. Pensad que su cerebro se siente extraño, algo inseguro, y que necesita reconforto.
4. No os enfadéis ni arremetáis contra el niño. Es el que menos culpa tiene, el pobre.
5. Sed pacientes, espera unos días a que pase y entre tanto intentad seguir una rutina que haga al niño sentir seguro en casa.
6. Mantened la calma, sed suaves con el niño y, si en los ratos que no se encuentre demasiado malhumorado se deja, dadle muchos besos y cariño.
Seguro que para la semana que viene ya está todo superado (o casi).
Por Álvaro Bilbao – Autor de “El cerebro del niño explicado a los padres” Plataforma editorial.